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El mal y sus delicias I

Por: Enmanuel Peralta


Amados Lectores: 

John Wayne Gacy(1942-1994), Chicago, Illinois; conocido como el payaso Pogo, en quien se inspiran las películas del Payaso Asesino, y muchas otras de payasos. Pero siempre la realidad supera la ficción. John Gacy desde 1972 al 1978 había violado, asesinado y enterrado debajo de su casa a 30 hombres jovencitos. Su conducta aún se estudia, sin embargo, nos podríamos preguntar sin temor a los rangos de equivocaciones, si el tratamiento de “enfermos” que se le da a estos tipos de criminales por “expertos” de las ciencias médicas de la psiquiatría moderna podría ser aceptable. Algunas sentencias dadas por tribunales son, absolutamente, en muchos casos ridículas contra algunos criminales cuyos abogados han alegado en su defensa que el acusado padecía de alguna enfermedad mental.

 En los estados modernos o estados de “derecho” como se le suele hoy llamar, existe la amplia posibilidad de que estos tipos de criminales, queden fuera de la pena merecida por “razones médicas”. 

  La psiquiatría moderna ignora, casi de plano, la filosofía de la psicología del alma de la tradición helenística y metafísica de las realidades ulteriores del ser humano. A cambio de cierto sensacionalismo que impera en los laboratorios de las neurociencias y neuropsicología. La psicología y la psiquiatría han pasado a ser una ciencia zoológica(o animal). Se centra más en los aspectos fenomenológicos, en sus descripciones más materialista, en los sistemas biológicos, hormonas, ácidos proteicos y un sin números de reacciones químicas en el aparato biológico-cerebral del ser humano que son estudiados y propuesto como causa eficiente de ciertos fenómenos conductuales del hombre en la sociedad. Sin embargo, aunque las patologías se han “descubierto”, no así con los remedios. 

  Verdaderamente, esta psiquiatría siempre ha gozado de mis sospechas de falsa, o pseudo. Como ya le había dicho a un buen amigo, neuropsicólogo, llamado Jose Miguel Garabito. En aquellos tiempos de discusiones filosóficas acaloradas, entre universitarios, le llame a su profesión: “la neuropsicología es una pseudo ciencia”. Cosa que lo dije más por intuición que por haber estudiado el fenómeno seriamente. Sin embargo, en aquellos años, ya estudiaba profundamente el carácter de los seres humanos muy seriamente desde el punto de vista literario y teatral. Y no por ello era menos serio en el estudio de la psicología que mi amigo Jose Miguel Garabito. Aunque él siempre había defendido su posición sobre el carácter de ciencia de su carrera. 

 Al cabo de un tiempo, empezó a ser mi costumbre, alejarme de toda opinión que no sean mis campos, el del arte y la religión. Más aún, nunca he detenido mi curiosidad por todos los campos que me sean de interés, y lo más vasto y profundo posible. La psicología y cuestiones psiquiátricas fueron unos de esos campos de los cuales me alejé de opinar pero no de leer; ni de ver películas, series, documentales y novelas en esa dirección; desde Hitchcock, Freud,  Dostoievski, Dickens, Poe, Raymond Cavil, y un largo etcétera de autores y artistas en ese rango. Sin embargo, todavía siguen grandes lagunas en mi pensamiento por el alcance que dice obtener la psiquiatría y la psicología junto con las neurociencias al respecto. Después de años, debo volver a opinar acerca de mis inquietudes sobre el crimen, la maldad, el pecado y el alma humana; cuestionando, precisamente, las explicaciones que ofrecen los neuropsicólogos. Y sobre todo del ruido que me causa escuchar a ciertos “peritos” en la materia. Me pregunto si sería posible que yo pudiera publicar algo más formal acerca de mis inquietudes en estas cuestiones  en relación con la explicación de la conducta criminal de ciertos fenómenos sociales vistos en los últimos tiempos. 

 Intuyo, y no fácilmente que los crímenes atroces de la contemporaneidad, son hechos por gente más “sanas” que por “enfermos”. Pues los típicos enfermos mentales que rondan los barrios y centros comerciales, y que todos conocemos, son incapaces de matar a una mosca. Los grandes asesinos  de estos tiempos tienen dos grandes patrones que he estado observando que los aleja de las enfermedades que les endilgan los psiquiatras. La conducta sexual y su desarrollada inteligencia en muchos aspectos de su existencia. La primera es un esfuerzo frustrado por alcanzar todo tipo de delicias que les sugiere la imaginación. Y lo segundo, intentan constantemente desarrollar una “personalidad” y un “brand” de sí mismo donde quiera que llegan, trabajan o se desenvuelven.

  John Wayne Gacy, fue empresario, caritativo, personalidad social y política, payaso, líder comunitario, y todo lo que lo hiciera sentir poderoso. Pero no se puede juzgar un caso como patrón general. Tampoco en el fondo lo que intento no es demostrarme nada, ni a mis compañeros acerca de una ley o un patrón psicológico. Lo que sí entiendo es, que debo, al menos intentarlo, demostrar que la Psicología, psiquiatría y la neuropsicología  contemporáneas no explican el problema del mal, ni de estos crímenes cometidos por “enfermos”. Tampoco son capaces, los neuropsicólogos de resolverlos.  Más crímenes resolvía “el padre Brown” como personaje ficticio que muchos psicólogos de la criminalística contemporánea.  

 Mi interés es que, mucho mejor tratarlos desde la filosofía clásica(metafísica), la antropología y la ontología. Porque la Psicología y Psiquiatría contemporánea todavía no ha definido que es el ser humano, mucho menos explicar los fenómenos conductuales que marcan las características del Horror, cuando este esta fuera de la ficción. 

  Dostoievski sigue siendo el único psicólogo de los tiempos modernos. Los demás son artistas pop. O algo similar. Por ello, propongo delinear en los siguientes artículos diferentes temas sobre estos asuntos del crimen y la malicia humana en sociedad, instituciones e individuos. 

Enmanuel Peralta, desde mi celda. No se pierdan los demás artículos.

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