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La resurrección de la Verdad y una loca mirada al caso de Jhonny Depp y Amber Heard

Por: Enmanuel Peralta


Siempre la Verdad ha sido difícil, su patria no parece ser la tierra, pero en nuestros días han surgido fenómenos nuevos, obstáculos enormes, grandes maquinarias de obstrucción y de falsificación: el Estado que se vuelve totalitario en una aparente “diversidad”, la educación monopolizada por el estado, las interminables propagandas de guerra o de paz, la irrupción de los mediocres engreídos y de los ignorantes y de los estultos en los púlpitos; es decir, en los lugares desde donde puede uno hacerse oír de muchos; y los que llama el Evangelio «falsos cristos y falsos profetas». La obstrucción a la difusión de la Verdad es uno de los crímenes más grandes que se pueden cometer: es uno de los pecados contra el Espíritu Santo.


La masa (y la espectro masa de las redes) se vuelcan entre la “verdad” y la mentira con extrema facilidad ante la sensibilidad que les despierta cualquiera de los casos públicos. Todos generan una opinión, un comentario, algo que decir. Aunque no sepamos ni una “J” en los detalles. Simplemente si las redes dicen: “hay que quemarlo”. Toda esa masa de gente amorfa, acudiría a poner su pequeña paja para hacer arder el fuego.


Cuando Amber Heard declaró, en el Washington Post, ser víctima de violencia doméstica. Sorprendió al mundo. Y muchos la apoyaron. Incluso Disney descartó a Johnny Deep para las próximas películas de Piratas del Caribe. Ahora la misma masa enardecida le proporciona la misma medicina desde sus Iphone y androids a la señora Amber Heard. ¿Es que la masa no puede ser espectadora y ya? Tenemos que ser cizaña, espina, madera, soldado, juez, clavo y vinagre? Si usted y yo no sabemos la verdad de un caso porque meter las narices con tanta efusión en algo donde usted no toca ni canta. Se pone a sí mismo de parte de la ola de propaganda, y del estrés o euforia del momento afectando a los implicados sin necesidad. Válgame Dios, ando repartiendo hostia a mis amigos por opinar.
Pero la verdad, sigue siendo clara y distinta donde quiera que se proclama, pero pretendidamente oscurecida por el tenso ambiente de estos días, no solo en los casos de interés públicos contemporáneos, también lo son en todos los aspectos de la vida cotidiana. La masa electrónica quiere decir cada cinco segundos que es la verdad, sobre esto y aquello, y luego cambian-como en el caso de Depp y Amber- y así por el estilo, por bocones, a sí mismos se alistan en los batallones de los falsos profetas. Dijo Cristo que abundaran en los últimos tiempos. Ya veo.


Este crimen contra la verdad está tan vigente hoy día que la existencia de medios maravillosos de propagar la palabra humana, de que nos ha dotado la técnica moderna, no se sabe ya si es un bien o es un mal; y para muchísimos es ciertamente un mal. Para mi es un mal, y no quiere decir que no me da deseo de fundar un medio de comunicación y hacerme millonario a base de mentiras. Pero es un mal. También la vocación de escribir para mi es un mal. No porque me dedique a escribir mentiras, sino porque a veces quiero decir la verdad acompañada de puñetazos y palos. «Pero, Enmanuel, la verdad viene por el oír, y el oír de la palabra, no se puede imponer con la espada, ni con los palos», me dijo un buen amigo. «Es verdad, amigo mío, la espada no da la fe en la verdad; pero a veces los palos aunque no den la Verdad, dan oído», le respondí.

«¿Qué es la Verdad?» -dijo Pilatos. -«Est vir qui adest»- es el varón que tienes delante, podía haber respondido Jesucristo, con las mismas letras de la pregunta «¿Quid est veritas?» En la Edad Media un autor anónimo compuso este ingenioso anagrama: ¿Quid est veritas? – Est vir qui adest.» En realidad, Pilatos no preguntó en latín, sino en griego vulgar, koiné, y Jesucristo no contestó nada. Al que pregunta: ¿Qué es la verdad? sin muchas ganas de conocerla, la Verdad no le contesta nada. En suma, si Jesucristo hubiese sido criollo (y en parte lo fue) y Pilatos hubiera merecido que Cristo le contestara (que no lo merecía, por cobarde), a la pregunta: «¿Qué es la Verdad?», Jesucristo debía haber contestado: «No te hagas el que no la ves…» Este es un chiste de un amigo mío, a decir verdad. Pero aunque sea ajeno, es verdad.

Hoy día, por ejemplo, la difusión de un libro está en razón inversa de su aproximación a la verdad, salvo algunas excepciones. El Mundo desea ser engañado. ¡Como algunas damas Neoyorkinas!


Sin embargo, hay que tener ánimo: cerrar del todo el paso a la Verdad no es posible, parece que Dios se arregla de modo que, quien tiene algo que decir al fin lo diga, fácil o difícilmente, aunque sea haciéndose pedazos; como San Pablo cuando dijo: «A la palabra no la pueden atar»‘, y más abajo, el caso de los grandes filósofos que resucitan, que durante su vida quedan cubiertos por una moda, un alocamiento o un delirio colectivo, como un isla cubierta por una ola, y a los muchos años son descubiertos y convertidos en los maestros de muchos: como Sócrates y Aristóteles. Y muchos autores que durante siglos sus libros fueron empolvados, y luego resucitan como por providencia divina. Así mismo, pero más bello, Cristo fue sepultado. Y taraan: Resucitó, cantaron las viejas del coro.


Más aún, la comunidad o la nación que peca contra la Verdad, que pierde la reverencia a la Verdad y el horror a la mentira, está perdida, dejada de la mano de Dios. ¿Y qué castigo más grande que éste, que el que se va de la Verdad, ella se queda y no lo sigue y él se va? ¿Adónde se va? «A las tinieblas de allá afuera» -dice Cristo. La Verdad no puede imponerse a sí misma por fuerza. Si no la aceptan, se retira. ¡Temed a la Verdad que se retira! Un amigo mío perdió a su novia, quien era honesta y verdadera; la perdió por pitufadas y muchachadas, ahora, se lamenta de haber perdido ¡tremenda VERDAD! ¡Y beldad!

La verdad máxima cristiana celebrada durante la Pascua, es la Resurrección. Y como decía Hanack, “creo en los que se hacen matar por la verdad”. La proclamación de la resurrección ha sido invariablemente proclamada por hombres y mujeres-santos y pecadores- durante dos mil años sin variación ni interrupción. Muchos dejándose matar. A veces, pendejamente por la verdad. Yo nunca me he dejado matar, pero he pasado por pendejo o por estupido.

»Primero si usted no es periodista apártese de la opinión pública lo más posible. Y cuando antes.

Exhorto a mis distinguidos lectores, varios puntos de interés para una reflexión auténtica para mantenerse firmes en la verdad ante cualquier caso público marcado por el sensacionalismo electrónico y las acaloradas discusiones de las peluquerías. Sobre todo en los temas inmediatos, o en el tapete de la opinión pública.

»Aprenda escuchar-en caso de-las opiniones públicas como lo que son: opiniones. Y nada más. No es necesario dar tu versión. ¿A no ser que estuviste en el lugar de los hechos? Dime.

»Si opinas, evita la opinión radical. Sobre todo las condenatorias. O en el caso contrario las defensas de alguna parte, si usted no sabe nada. No sea que culpes al inocente y condenes al culpable.

»Gasta el menor tiempo posible en esas pendejadas. No eres testigo del caso, ni juez, ni el abogado, ni el culpable ni la víctima. Dedícate a la limpieza del hogar y a rezar las devociones.

»Si tienes que ver con el caso muy de cerca, puedes ayudar a salvar a la víctima y condenar al culpable. Entonces tienes luz verde; y andate con prudencia, no sea que te corten la cabeza.

Queridas almas errantes, amados lectores, les dejo saber que la mejor prudencia es el silencio en cuanto sea posible, y la mayor sabiduría es aferrarse a la única verdad eterna, Jesucristo Señor nuestro. Una vez aferrado a esa verdad, toda otra “verdad”, no me quita el sueño.

Cuidado con amar con locura a la locura, el desengaño es horrible. Es mejor aferrarse a una loca honesta que a una loca disfrazada de salud mental, me decía un cura. Aunque en el caso de Jhonny Depp, yo hubiese caído en el mismo gancho ¿Quién se podría resistir a las locuras, trastornos y bipolaridades de Amber Heard?

Que conste, yo no sigo la corriente, yo amo a Amber Heard, es la mujer perfecta. Como me dijo mi ex, “ahora que se que eres demente, te amo más.” Porque a veces la verdad esta disfrazada de locura. ¿No fue por la locura del Evangelio y la Cruz por la cual el Apóstol Pablo recibió treinta y nueve azotes más uno, una vez fue molido a palos, y al final le cortaron la cabeza en la vía ostiense?

Y perdón por haber regresado al foro, tan bravamente filosófico, humorístico, teológico, sociológico, crítico de cine y farándula, sarcastico y burlon, paranoico y admirador y amante de Amber Heard, todo mezclado en un solo artículo. Típico.

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1 COMENTARIO

  1. Excelente, rico en contenido,con muchas verdades y una verdadera Verdad. Te felicito. Sigue adelante haciendo honor a la verdad.

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