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El artista: Un ser intencionado

Hasta los más supersticiosos tienen la certeza de que si sus acciones están dirigidas por el destino, este "destino" tendrá unas buenas razones para llevarlos por caminos tortuosos o elevados. Sea por razones morales, ilustrativas o incluso poéticas, la razón misma no puede descartarse. Así como el destino, misterioso e improbable, el arte se debe a estas razones, a veces indecifrables para el propio artista que se ha encontrado desentrañando sus secretos y que luego de un día hacendoso llega a casa a vivificar su obra con su propia muerte.

El artista no es un hombre rutinario que tiene la esperanza de llegar al final del mes teniendo un trabajo honrado y seguro. El artista es un ser naturalmente intencionado que obedece a sus locuras.

La experiencia y el conocimiento como eje creativo son indiscutibles, pero el estilo o la forma serán la mayor proeza que pueda emprender el sujeto. —El arte es la marca del hombre— decía Chesterton al referirse a las pinturas rupestres creadas por nuestros ancestros. Si la realidad del individuo no es suficiente para impregnar su propia marca, entonces, ¿qué lo será? Un artista debe tener aventuras o, mínimamente, imaginarlas.

El artista solo se tiene a sí mismo y no puede concebir nada que no esté bajo su sistema de creencias. Muchos se equivocan adelantándose a los motivos del autor: lo moralizan o, peor aún, le quitan los méritos intencionales por los cuales fue forjada. El autor es quien decidirá si tales motivos son reales, pero por lo general le gusta ver al mundo arder, ya su trabajo está hecho, y le toca a la audiencia torturarse con sus conjeturas.

Saúl Torres

Intento de escritor, amante de la ficcion y los ensayos.
CEO en la familia de proyectos Foro Escrito.

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