Por: Ramón Emilio Peralta
A diario observo una ola de exposición en las redes sociales y en la televisión que me hace reflexionar sobre a qué rumbo estamos llevando la sociedad. El morbo se desplaza por las cuentas de las redes sociales como Instagram, llegando a ser a veces extrema la forma en la que se vende el morbo. Sexualizar a la mujer ya no solamente ocurre en videos de música urbana, sino también en la televisión. Presentadoras que sobresalen más por el “cuerpazo” que por su talento. Pareciera una olimpiada de quien exhibe más carne, mas escalones sube a nivel protagónico. Debo aclarar que el tema de la televisión no son todas las presentadoras las que se exhiben, pues tenemos casos como el de la comunicadora Nelfa Núñez, que sin necesidad de andar exhibiéndose ha destacado por su gran labor y demostrando que con talento, persistencia, disciplina y preparación se puede lograr llegar lejos. Caso similar el de Hony Estrella que ha llegado lejos con su talento, al igual que Gabi Desangles. Pero lamentablemente no todo brilla en la televisión, pues el morbo está a la orden del día (y también de noche) pues programas como El reperpero no es más que una exhibición de carne a 2×1. Sexualizando a las mujeres, maquillando el contenido morboso con humor. Lo mismo en las redes sociales, mujeres exhibiendo carne por likes y seguidores. Llevando a Only Fans a una red de carnicería exhibicionista y morbo que hace que las personas gasten dinero como zombis para “deleitarse” con contenido Premium, no acto para menores de 18 años de edad.
En fin, la sociedad morbosa esta desencadenando un mar de sexo maquillado y anti valores. Quien sabe a dónde vamos a parar en unos años, cuando las mentes huecas solamente busquen morbo, mientras los libros se cubren de polvo en los estantes de las librerías, porque le han dado más importancia al morbo, al círculo vicioso de las redes sociales y no a la educación y a los buenos valores. La gente prefiere durar 3 horas en Facebook, Instagram, YouTube y no una hora leyendo un buen libro.
Al ritmo que vamos, veremos a nuestros hijos embelesados mirando una pantalla, mientras el producto televisivo los envuelven en contenido morbo y de poco valor, mientras nosotros, los adultos, nos dejamos envolver por el mismo mal, dejando a un lado los valores y tomando como base el morbo para alimentar nuestros cerebros que gritan por dopamina.
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