Por: Enmanuel Peralta
[Un panegírico frente a la misteriosa y súbita muerte del primer caído del club virtual del mundo de los debates]
Edgar Senior era dominicano de origen judio, posiblemente Sefardi de tercera generación y fue un gran conocedor de la filosofía y religión judía. Su muerte repentina y cuya causa aún está enterrada en el misterio y las especulaciones; como también lo era de por sí, para muchos, el mismo Edgar. Un personaje un poco extraño, para muchos pintoresco, humorista y para otros un creepy solitario; quizás aparentaba solitario pero era muy social, y cuidaba cuidaba mucho de su vida privada, aunque muchos lo conocemos a través de las redes sociales(y solo por ellas), además de sus posiciones ideológicas(o anti ideológicas), su ingenio en lo cómico y lo sarcástico a través de sus post, comentarios, respuestas directas y agudas, llena de un humor perspicaz. También por sus dos o tres reconocidas fotos de perfil que pocas veces cambiaba, aun por esta simpleza, era distinguido fácilmente.
Edgar fue un amante de las mascotas, un crítico promedio y burlón de las ideas progresistas y todos los elementos de la nueva ola de los debates públicos sobre políticas de género y otras corrientes. Aunque maneja cierta cultura general, él mismo un día me dijo sarcásticamente que “era un médico veterinario de este país, por lo cual trabajaba en un supermercado”. Así eran las cosas con Edgar. Le gustaba escribir y publicar por “joder” continuamente decía. Por lo que era parte de un pequeño círculo de hispanos, dominicano en su mayoría, de distintos “background”, condiciones sociales, ideologías, religión y puntos de vistas. Desde hace muchos años habíamos decidido de forma libre y espontánea, crear una especie de club informal de debates de ideas, puntos de vistas, críticas y discusiones sobre muchos temas sociales, políticos y religiosos. Club al que pertenezco y del cual he aprendido bastante. Hasta que las restricciones de las políticas de facebook destruyeron con censuras masivas la libertad de expresión.
Sin embargo me impresiona mucho lo que el fenecido causó en unos cuantos corazones, como una experiencia amarga, un poco extraña. Ya que, no sé a cuantos le ha pasado, pero para mi es la primera vez que experimentó el dolor por la noticia de la muerte de alguien que apenas conocí por redes sociales, a través de debates, post y comentarios. Desde las llegadas de las redes sociales, de muchas muertes me he llegado a lamentar, pero de alguna manera eran conocidos también en persona. Pero a Edgar Senior con más de cinco años, nunca le conocí personalmente, y gastamos muy pocas palabras en privado. Casi nada.
Es un nuevo elemento a filosofar sobre la experiencia del dolor humano en la era digital, aunque para mí constituye la primera experiencia, para otros pueda ser otra de tantas, aunque con la misma experiencia de amargura por el fenecido, como lo expresó el articulista, profesor y filósofo sobre la noticia, Carlos Ortiz: “Hay muertes cercanas, que están en el espacio físico que nos es familiar. De esas ya he sufrido varias este año. También hay muertes lejanas que nos causan extrañeza y dolor. Gente con la que hemos compartido en estas redes sociales, muchas de las cuales solo llegan a ser virtuales, pero que se convierten en parte de nuestro diario vivir”.
Es mucho lo que se podría decir de muchos personajes como Edgar, cuya muerte súbita y a temprana edad lo ha llevado a descansar a aquel lugar, al que Hamlet temía: “aquel lugar desconocido, desde el cual ningún viajero retorna”. [Hamlet act 3, W. Shakespeare].
Ante el poderío de la muerte, los seres humanos somos completamente impotente, algunos nos resistimos un poco, otros como por arte de magos parecen invencibles, hasta un día. Pero para todos, indudablemente la muerte sigue y seguirá siendo un misterio. Y ante tales acontecimientos el ser humano, quebrado, solo puede volverse un penitente y un suplicante, por lo tanto, me despido del cadáver de nuestro amigo digital Edgar con aquella hermosa suplica, que nuestra tradición milenaria cristiana nos ha dejado como único consuelo inmediato:
“Dale Señor el descanso eterno, y brille para él la luz perpetua”.
Paz a sus restos. Edgar Senior(1972-2022).
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