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El labrador de saberes

Por: Fernando Hiciano


Dedicado a mi inolvidable maestra Noelia Valdez y mi dilecta amiga María Nela Castillo. Ambas labradoras de conocimientos.


En el año IV a Cristo el filósofo Sócrates había aplicado el método la Mayéutica como herramienta dialéctica para lograr el conocimiento en sus alumnos. Era una hermosa actividad para alumbrar los abismos de la mente humana. Ser maestro es un apostolado al servicio del hombre. Es una compenetración con el sujeto para conquistar un conocimiento afectivo, psicomotor y cognoscitivo en el estudiante. Un acto transformador que libera del yugo de la ignorancia al sujeto, a través de la educación contextual, como sostiene Paulo Freire.

Nuestros profesores tienen un poco de Freire, de Montessori, de Pestalozzi, de las hermanas Agassi. De todo un compós de didactas universales. Somos una nomenclatura educativa del viejo y el nuevo mundo, con una base firme que data de los tiempos de Salomé Ureña con su Escuela Normal, y aunque muchos años después, el entonces presidente Meriño no le diera buen trato a Eugenio María Hostos, sí podemos decir, que también tenemos un legado educativo de ese prócer de Las Américas educado en España.

Cada dominicano tiene en el baúl de sus recuerdos un buen maestro que lo ha marcado durante toda su vida. Nos alumbran las figuras como Ercilia Pepín, la señorita Aurora Taveras Belliard, Francisco Guzmán Comprés, Juan Crisóstomo Estrella, Mercedes Estrella Tejada, María Espejo, Bruno Rosario Candelier (quisiera mencionarlos todos para no herir la memoria) entre otros héroes anónimos de las escuelas rurales que también rompieron todas las barreras para poder proporcionar el pan de la enseñanza a los alumnos. Me inclino ante mi inolvidable profesora Noelia Valdés, Julia García, Luis Polanco y toda una cantera de maestros que fueron panales de miel donde nosotros íbamos con entusiasmo a untar nuestro dedito para luego saborearlo con sus enseñanzas. Eran legados. Gozaban de un peso más fuerte que la de cualquier alto funcionario o ministro de esta época. Sin embargo, los docentes dominicanos han pasado por diversas etapas, que va desde un descalabro de la relación afectiva profesor-estudiante hasta con el enganche compulsivo de muchas personas estudiando educación, pensando en mejores posibilidades de vida, sin tener vocación alguna. Sin embargo, en la actualidad ha habido un despertar en la educación dominicana. Ahora los docentes gozan de un backgroud muy enriquecedor: post grados, especialidades, magister, doctorados y M/A. Algunos han logrado estudiar en prestigiosas universidades extranjeras, costeado por el Estado y otras por sus propios recursos. Algo que nos enorgullece es la noticia en El Nuevo Diario, marcado el lunes 13 de septiembre del 2012, sosteniendo que República Dominicana participó con la docente Rosaliz Calderón, quien compitió con más de 8 mil candidatos de 121 países, siendo seleccionada dentro del top de los mejores docentes del mundo, y es la primera dominicana en ser nominada en el Global Teacher Prize. Hemos llegado más lejos, y aún tenemos muchos logros que exhibir al mundo entero.

Ahora este importante sector de la vida nacional está en la calle demandando aumento salarial del 25%, equivalente al $11, 500. 00.

Los datos que ahora nos referimos son del año 2019, lo cual da cuenta que hay en el Sistema 97, 668 profesores, sin contar con los nuevos docentes que en la actualidad pasaron el concurso de oposición a una plaza en el Sistema educativo, por lo que el Estado tendría que erogar anualmente un monto de $13,478,184,000, (menos de lo que un político corrupto con el dinero del Estado se echaría en los bolsillos) Entendiendo que el año pasado cerró con una inflación del 18.1%, igual a la cifra de $8,326.00 en desmedro del salario de $46,000.00, que es el sueldo base que devenga el docente. Cabe señalar que el último aumento de los maestros se ejecutó en el año 2018, lo que significa que este sector está arrastrando tres inflaciones consecutivas sin ser beneficiada con el aumento de su sueldo contemplado en la Ley de Educación 97’ 2000.

En la actualidad ser maestro se requiere de costosas exigencias, que va desde la vestimenta hasta estar al día con la virtualidad. Sumándose la creación de una nueva realidad que vive la humanidad, y es la obligatoriedad de la conectividad, la cual debe tener un buen smar phone (teléfono inteligente) que le permita desarrollar sus labores docenciales con los estudiantes. Por otra parte, los profesores están siendo muy afectados por diversas enfermedades catastróficas, generalmente arrastrándolas de todas las situaciones que vive la escuela, hasta dar con las enfermedades de diabetes crónicas, problemas de hipertensión, nódulos en la garganta, estrés, depresión, entre otros males. A esto se le suma un seguro de salud deficitario, en muchas ocasiones siendo rechazado por la mayoría de los especialistas, por el cual deben pagar consultas y procedimientos quirúrgicos extras que hiere considerablemente la economía de los maestros. Adicional a esto, se aprecian los altos costos de la medicina, los combustibles (aunque ahora congelados) y el elevado incremento de la canasta familiar, entendiendo que todos estos males son externos (pareciera eternos) por motivo de la pandemia de casi tres años activo en el mundo. También la enfermedad porcina, la guerra de Rusia contra Ucrania, sin embargo, bajo todas estas amenazas la República Dominicana exhibió un crecimiento y es valorada una de las mejores economías del Caribe y América Latina. Mientras los economistas internacionales sostienen que las inflaciones en Latinoamérica, post Covid-19 pondrán de rodillas todos los países de la región, vislumbrándose por los expertos una crisis alimentaria que se espera a nivel internacional y está al abrir la puerta. ¿Pero, el gobierno estaría en capacidad, por lo menos de ofertarle un 15 % de aumento a los profesores, contrario al pedido que hace el gremio de un 25% de su salario? Ojalá que se pueda concretizar esa merecida petición, considerando que el desmonte arancelario de más de sesenta productos primarios significa un costo de más $400, 00 millones que el gobierno dejará de percibir en los próximos seis meses. Eso hará tambalear nuestra economía, porque podría generar incertidumbre y aumento del costo de la tarifa eléctrica, entre otros encarecimientos por efecto dominó. Recuérdese, que esta medida hiere la economía de los grandes empresarios y no es de verdad que ellos van a poner su lomo para perder en esta medida popular del gobierno, y pensamos que ellos van a transferir esa carga a los pobres. Sin embargo, se abre la posibilidad de alzas de algunos productos puntuales para recaudar fondos para el aumento del salario del maestro, pero por lo menos en estos meses críticos el gobierno no va a entrar en esa, ya que podría sacrificar sus aspiraciones presidenciales. Además, se blinda para no tener una estampida en las alzas de los precios de los productos básicos. Mientras prevemos, que el aumento de los maestros podría darse en un período considerable y en dos etapas diferentes.

Los gastos per cápita diario del maestro oscilan alrededor de $1,400. 00, considerando que su sueldo base, sin tomar en cuenta los incentivos por diversos rubros que adquieren por sus capacidades adquiridas. Muchos tienen compromisos financieros en los bancos y cooperativas, tomando en cuenta otros compromisos económicos informales. Un profesor siendo dueño de una familia de cinco miembros, por lo menos con un hijo estudiando en una universidad privada, las cosas se le podrían complicar más en su hogar. El maestro compra en los supermercados, y por obligación deben tener un servicio doméstico en su casa. A veces, alcanza mínimamente el salario para salir con sus hijos cada quince días o al mes a comer pizza. Pero otros profesores, siendo bien parcos en los gastos se ahorran por lo menos el pasaje para viajar fuera del país por lo menos una vez al año. Mientras otros caen en déficit y se ven obligado a hipotecar su futuro financiero a veinte años y quizás más tiempo. ¿Nos preguntamos, si el maestro, carece de voluntad propia para desarrollar una mejor calidad del gasto, o si sus ingresos solo se quedan en los bancos con los impuestos sin retornos? Los profesores merecen que se le aumente el salario, pero no es esta la panacea de su mal, porque la exigüidad de su estrecha economía la vienen arrastrando desde tiempos inmemoriales. Tal vez un cambio de actitud no le caería mal cuando sabemos que cada día debemos mejorar para bien.

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