Por: Willian Yamil Estevez Peralta
Desde sus orígenes la bachata fue vista con desdén y desaprobación por las clases dominantes. Para muchos el género musical en cuestión era considerado como «música de guardias», «cachivache» (cosa de escaso valor), puesto que sus letras cantaban las penas, el desamor, y estaban emparentadas con el consumo de alcohol y la prostitución, considerados antivalores por la sociedad de entonces.
Estamos hablando de la década de los sesenta del siglo XX, donde surgieron los pioneros del género: José Manuel Calderón, Rafael Encarnación, Rafa «El soñador», Tommy Figueroa (puertorriqueño), Edilio Paredes, Luis Segura y otros tantos.
Fue en las clases marginadas que la bachata fincó sus anclas. Esa sintonía se debió quizás, a las penurias socioeconómicas de los más desposeídos que encontraban en este ritmo a un aliado que los comprendía.
Al final de los setenta y principio de los ochenta las letras del joven ritmo musical se tornaron más agresivas, con la inclusión de temáticas populares y un lenguaje más criollo. Los intérpretes comenzaron a emplear el doble sentido de la jerga sexual dominicana, lo cual conllevó a que la lírica fuese más contagiosa.
El rey indiscutible de la «malapalabra» fue Blas Durán, intérprete que poseía un humor extraordinario. El roce con lo vulgar y plebe fue su sello de distinción. Uno de sus temas más populares es «La arepa»: «Para ti, muñeca linda/ aquí yo tengo mi arepa/ pero no la manosee/ que se me para la venta».
La paralización de la venta de arepa es una excusa sutil para dejar en el pensamiento de quién escucha el tema, la erección que provoca el manoseo de alguna fémina por los predios de los genitales masculinos.
El doble sentido se popularizó tanto, que un bachatero como Marino Pérez, que venía de cantarle al desamor, a las tabernas y al alcohol, se vio compelido a escribir unas letras bastante sugerentes. Así surgió el tema «La comezón»: «Vivo en constante martirio/ con esta mujer que tengo/ que ni porque estoy durmiendo/ ella me deja tranquilo… Para ver lo que tenía/ la llevé donde el doctor/ el doctor me contestó/ sufre de una comezón»
Como resultado de ese supuesto calvario, Marino Pérez dirá: «Yo no sé cómo me haga/ con tu maldita comezón/ porque ya me está doliendo/ la uña del deo mayor».
Otro intérprete bastante atrevido es Tony Santos (no confundir con Anthony Santos). Tony grabó unas producciones musicales cargadas de doble sentido, en esa línea sus temas más populares fueron: «La barra e Pando», «Mamá me la tranca», y «Mamá me lo contó».
En los dos últimos temas el bachatero hace una apología del sexo oral a base de imágenes sugerentes que el pueblo advertía con gran facilidad.
Tony no solo apelaba al doble sentido para lograr su propósito, sino también al calambur, un interesante recurso retórico-fonético consistente en alterar la unión de las palabras para luego modificar el significado de la oración. Ejemplo: «Mamá me lo contó» / «Mámamelo con to’»; «Mamá me la tranca» / «Mámame la tranca». De ese modo, la última frase era la que quedaba en la mente del oyente.
En esa misma época Julio Ángel popularizó «El salón»: «Ya sí encontré la manera/ De yo montar mi salón/ A más de cuarenta mujeres/ Voy a arreglarle el pajón».
El pajón aquí no se refiere al pelo de la cabeza, sino al vello púbico genital que era común en las mujeres de la época no afeitarlo.
En otra estrofa del mismo tema el pícaro bachatero señala:
«Cuando yo le meto el peine/ Yo comienzo por el cuello/Y me dicen, Angelito, / Desenrédame primero»
Al final de los ochenta y principio de los noventa, es Luis Vargas el que se encarga de liderar la bachata de letras sugerentes, Vargas fue músico del ya mencionado Blas Durán y en esa escuela aprendió las técnicas de la plebería. Uno de sus temas más populares de esa etapa fue «La Maravilla»: «Andando yo por el campo/ Descubrí una maravilla/ Un hombre comiendo mango/ Chupándole la semilla».
Esa imagen de la suculenta fruta nos remite de inmediato al sexo oral.
Anthony Santos, por su parte, inició sus andanzas musicales en la agrupación de Luis Vargas, de manera que es innegable su influencia en ese renglón lirical; pero Anthony era más tímido que Vargas en términos de doble sentido. De su etapa inicial se enmarcan en esa línea los temas: «El comedor», «La pasola», «La parcela», entre otros.
Con el transcurrir de los años las denominadas bachatas plebes empezaron a decaer y el género tomó otro giro, muchos artistas empezaron a realizar fusiones de baladas conocidas por el público latinoamericano, y a interpretar composiciones de autores nativos, exentas de referencias sexuales; el propio Anthony Santos fue parte de esa transformación. También arriban al escenario intérpretes como Raulín Rodríguez, Frank Reyes, Yoskar Sarante, Zacarías Ferreira, Romeo Santos y el grupo «Aventura», «El Chaval de la bachata» y otros que con su estilo impulsaron el género logrando que fuera aceptado en las diferentes premiaciones artísticas.
Aunque algunos bachateros todavía persisten en las letras sugerentes, sus temas no tienen tanto impacto, salvo algunos como «Melo», de Isidro «Melo El Escorpión», que no hace muchos años tuvo una gran pegada en emisoras y discotecas.
Así mismo, Marino Castellano, que ya había grabado «La piscina», colocó en el gusto popular el tema «Eso da pa' to’», poniendo de manifiesto, de forma jocosa, la tolerancia a la infidelidad femenina.
La bachata es un ritmo musical que nos identifica como dominicanos, a lo largo de su existencia ha sufrido muchos cambios para adaptarse a los tiempos y no caer en el vacío, su cadencioso baile ha sido tomado en cuenta por importantes bailarines de otras nacionalidades. En el año 2019 este género musical fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, por la UNESCO.
¡Larga vida a la bachata!
Bibliografía:
Bachata Doble Sentido, recuperado de: https://www.iasorecords.com/es/musica/bachata-doble-sentido
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