Por: Enmanuel Peralta
En mi primera novela, El Buen Ladrón, el personaje principal, Raúl, un asaltante de mente fina y aguda para el robo, usa para sus asaltos simples y regulares, una Python 357 Magnum. Aunque no mencione la marca, si menciono el modelo. Esto en "honor" de una conversación con un delincuente del barrio Los Almirantes. Fue un viernes a eso de las 11: 00 a.m. Mi ambición era crear un personaje, prototípico, con los rasgos comunes(arquetípicos) de todos los delincuentes que conforman las anécdotas tradicionales de la ciudad de Santo Domingo.
En fin, una oda a las razones de la preferencia y amor de un ladrón por aquella arma son parte de la narrativa que constituye aquella novela, y de la trama; es que tomé cosas acerca de aquella arma muy directas de un delincuente que entreviste, el Neyer: “Su peso equilibrado", “la sensación de elegancia y control del asunto". “Antes de asaltar la limpiaba, brillaba y engrasaba", "fácil de portar, disparar y guardar", “rara vez se encasquilla". Realmente nunca. Me decía el Neyer con una “sensación de profesionalismo".
Evidentemente, para quien ha leído la novela, tomé algunos rasgos que están diluidos en toda la trama del libro. Y de hecho, me compré una Python 357 Magnum del mismo modelo y color para sentir la misma sensación del personaje, y en memoria de El Buen Ladrón, la conservo. Nunca la he sacado, la uso solo para "decorar" mi habitación, hasta que en estos días de mucha violencia, en que se presagia ciertos disturbios sociales mi Python 357 Magnum está que brilla para los que quieran pasarse de creativos.
Una teoría de la psicología "multi-doble-inversa del terror" que causa el asalto con una 357 Magnum es algo que el ladrón me explicaba tan convencido, que le apodé asimismo a la teoría, como acabo de resaltar. Se trataba, de que, con una 357, se evita el terror absoluto de la víctima, pero también del asaltante. De manera que la 357 no provoca un estado de exaltación del terror tan grande que la víctima quede impávida o por reacción al mismo terror se ponga "remolona" decía el Neyer, y haya "que matar a la víctima o romperle un pie". Puede suceder el fenómeno contrario, "que la víctima pierda totalmente el terror" y "lo tome chilling" y haya "que darle un tiro", cerró diciendo el Tineyer.
Pero estas emociones, me decía, no solo son de la víctima, también pueden pasarse al asaltante. Es decir: “Uno puede confiarse demasiado, y estar muy relajado, y eso hay que evitarlo". O, “al contrario, mientras se asalta, puede que suceda; uno estar más aterrorizado que la víctima, es más peligroso aún". Y todo esto se puede evitar con un 357 Magnum, solo hay que cumplir el rito antes de asaltar: "limpiarla, brillarla y engrasarla". Familiaridad con el juguete, además de cierta capacidad imaginativa para “recrear mentalmente el asalto muchas veces antes que se ejecute”
“Esto nivela las emociones”, me dejo mostrándome la Python, y “solo necesita el mínimo de terror”. "Así se evita cargar una vida".
—¿Entonces todo depende de eso?–le pregunté al Neyer.
—No, depende de la providencia. De las oraciones, de las mías y de las de ella.
Un 357 Magnum no puede contra una devota—me decía, detenido, mirando un cuadro del sagrado corazón de Jesús. Continuo—: El equilibrio entre mis oraciones y las de ellas, determinan el éxito o el fracaso de un asalto.
Me despidió seriamente, cerrada la conversación, persignándose frente al ícono religioso, y metiendo la 357 magnum en una caja. Y la caja, debajo de la cama.
Recordando todo esto mientras, sentado en mi penthouse de Manhattan, después de largas horas de escritura y corrección de mis manuscritos, aquí estoy "limpiando, brillando y engrasando" mi Python 357 Magnum.
Cuidado al que quiera caerme queriendo ser muy creativo.
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