Si bien es cierto una gran cantidad de jóvenes son herederos de la literatura del pasado, de los clásicos, de movimientos generacionales y filosofías artísticas, el arte de la literatura se ve hoy estancada entre un mundo tecnológico y cambiante. Uno se puede preguntar: ¿dónde diablos están los escritores de hoy…la bohemia…su celebridad…?
Pues, tienen razón, se los está llevando el diablo. Pero no es ese el destino de aquellos literatos que han rechazado las añoranzas, ensueños, y ese enamoramiento triste e infructífero hacia los escritores a blanco y negro. Cuyo esfuerzo por el arte literario consiste en hablar más de arte que crear arte, consiste en postear fotografías de escritores que tratar de aprender su técnica. Es como ir de vago por la vida diciendo que quieres ser el mejor del rock, tan solo hablando de Freddy Mercury pero jamás te has sentado a aprender a componer música o tocar un instrumento. Ya conozco ese lindo fracaso en la novela de Dostoievski, Nietoschka Nezvanova. Quizás una profecía acertada de cada fracasado de hoy en cualquier campo del arte y de la vida.
Las mentes de Jordan, hoy más que nunca, se necesitan en la literatura. Mente de ganador, de estratega y de entrega al mundo, al cual se le entrega por delante. Mentalidad de ganador, no es solo un enfoque de superación personal u otra de esas reglas para ser mejor. La mente de Jordan es ser la mejor, y trabajar para ello. Lograrlo es luchar, crear, horas en entrenamiento, guiar, escuchar, aprender. Y volverse un demonio en el campo. Y sí, ver tus enemigos, y aplastarlos. Jordan superó a Magic Jonhson. Y jamás podría ganarle si Michael Jordan se quedara sentado admirando, añorando, sonando, y posteando camisas de Magic Johnson. Con todo respeto a la trayectoria de Magic, Jordan se propuso ganarle.
Hoy más que nunca en la literatura hace falta la mente de ganador. Cosas que los pseudos místicos e intelectuales de la literatura actual rechazan, por el simple hecho que siempre escudan su triunfo en los círculos académicos, políticos y debajo de “comprometerse” social y políticamente. Pero esa mierda no es literatura. Eso no es arte. El arte es crear e insertarlo en el alma del lector. Como el David o el Moisés de Miguel Ángel, como de Palma con el Padrino, como Tolstoi con Guerra y Paz, como Fincher con Fight Club, como Jean-dominique Ingres con la bañista de Valpincon, como Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez. Independiente de sus malditos, falsos o verdaderos compromisos sociales. El arte es ganar como ganaba Jordan; y si, ganaba a lo que estaban antes de él, le ganó a sus contemporáneos, y todavía se discute, aún fuera de la NBA, si alguien lo ha superado.
Todos los demás seguirán en el camino del fracaso, aunque hayan escrito buenas novelas. No basta ser buen jugador, hay que ganar.
-Enmanuel Peralta
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