[apartado sobre el dia de la Asunción de la Virgen Maria]

“Desbordo de gozo en el Senor, me alegro con mi Dios; porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novia que se adorna con sus joyas” Isaías 61,10

Amados lectores:

Hoy, 15 de Agosto, me dirijo a ustedes en esta conferencia, donde nos reunimos para celebrar el día de Nuestra Señora de la Asunción. Como laico es evidente que entraré desde mi cosmovisión muy personal y en concreto particular de mi modo de vivir y ver las celebraciones, en particular esta. En este día en concreto la iglesia universal nos propone la fiesta solemne de la Asunción de María, madre del Mesías, a los cielos. Los más jóvenes y descuidados en su fe dirían: ¿con que se come eso? Los más adultos y conservadores, responden con una bofetada diciéndoles: ¡Blasfemos! Aunque tampoco sabemos muchas veces las multiformas por la cuál se pueden explicar el significado profundo de esta fiesta. Pero no es un dia para polemizar, al menos yo estoy bebiendo un rico café mientras escribo estas palabras, y no voy a concentrarme en las polémicas de los sabios teólogos ni en la apologética en contra de los protestantes. Es un misterio muy profundo como para detenerme en cánones gramaticales o jurídicos de expresión. Y vivo las cosas muy yo.

Creo, profundamente, que La Asunción de Nuestra Señora es el destino, por el cual, Dios padre ha creado a la humanidad trazando un camino evidente en el plan de salvación— o economía de salvación para sonar más como un teólogo—; ha llamado a Abraham, elegido a Moises, ha hecho pacto con David, finalmente ha enviado a su hijo, para que con su muerte y resurrección(misterio pascual), podamos todos, algún día alcanzar junto a la bienaventurada virgen, el día glorioso de la asunción de nuestros cuerpos resucitados e inmortales en los brazos del creador. Ya lo afirmaba S.Pablo: Quiera el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, concedernos el don de sabiduría y de revelación, para que lleguemos al pleno conocimiento de él e, iluminados así los ojos de nuestra mente, conozcamos cuál es la esperanza a que nos ha llamado y cuáles las riquezas de gloria otorgadas por él como herencia a su pueblo santo”. Efesios 1,16-17

—Ahora te entendemos menos Enmanuel—dirán mis lectores.

Amados lectores, paciencia, que nadie esta desesperado. Las vestimentas de gloria de la que el ser humano esta llamado a revestirse, es una constante en las sagradas escrituras. Y como gloria entendemos, como la presencia activa, “visible”, innegable de la sustancia divina en las cosas creadas. Como cuando Moises bajó del monte después de cuarenta días hablando con Dios, su rostro resplandecía. Pero Maria, no solo refleja la gloria de Dios en su rostro, sino que el mismo Dios habitó, incluso, dentro de ella, en la forma más diminuta de vida humana: embrión. La experiencia de Maria con lo divino, desde su inmaculada concepción, su anunciación, pasando por la natividad, el ministerio, la muerte y resurrección hasta la ascensión de su hijo Jesús, fue una relación directa. Maternal. Ella no conoce a su hijo solo como redentor, sino como madre—¡misterio inconmensurable!—. Y la última consecuenciade su relación con el Mesías, es su gloriosa Asunción. La cual celebramos hoy. Y que personalmente, celebro yo. No se ustedes, mis amados.

Maria en la realidad de hoy. Muchos contarán muchas cosas. Los teólogos citarían numerosos otros teólogos del presente y del pasado. Yo soy el único atrevido que cita al teólogo del futuro, es decir yo mismo. Tomando apuntes durante tiempos muy infantiles hasta hoy puedo compartir algunas ideas de reflexión personal y compartirlas(solo cuatro apuntes de muchos):

»María se encuentra en el misterio de la creación como la nueva Eva. Ella viste la belleza suprema de la unidad entre la naturaleza creada, y la gracia increada. La luz divina la cubre misteriosamente desde su concepción inmaculada hasta su gloriosa Asunción. En concreto, nos dice, no que sólo admiramos y nos gocemos con la belleza y gloria de María, sino que sepamos que de modo particular cada uno de nosotros que esta marcado por el sello divino para pertenecer absolutamente a Dios, y lograr así, la unidad entre nuestra naturaleza con la gracia—salvífica–divina: ¡Vestimenta de gloria! Es nuestro destino, brillar como un pequeño fragmento del sol en todo el orbe de acuerdo a nuestra vocación y llamado. Todo lo demás es paja de coco. La gloriosa asunción nos abre caminos de esperanzas para saber a dónde vamos.

»Este ideal, de un Enmanuel asunto, o de la vieja Milagro o doña Deisy asuntas a los cielos constituye un verdadero reto entenderlo. Me he metido en zona de “herejes”. Que me perdonen los inquisidores, pero dejame aliviarles explicándoles mis enmanueladas: Cuando empezamos a separar en absolutos la categoría de “distancia” en la naturaleza de Maria y el resto de los seres humanos creo que, hemos creídos de forma distorsionada los dogmas marianos. Los gloriosos y elevadísimos méritos de la bienaventurada Virgen Maria, no se deben a una naturaleza extra-humana, meta-humana peor aún preterhumana, más bien, alumnos míos, la grandeza de María, deriva de la verdadera y más profunda vida, concreta, humana. El ser humano unido a su Creador. La mujer vestida de sol. Yo a penas intento meterme en una unión con Dios, como dichoso de un momento a otro, pero Maria, lo ha sido desde su inmaculada concepción. Yo pecador, apenas con flojera. Ella entregada, llena de vigor. Yo quizás, hoy si mañana no. Ella está consagrada a perpetuidad. Yo confundo las cosas del mundo con las divinas por mis confusos pecados. Maria es clarividente, eminentisima, de lo divino y lo profano, separa para ver, y une toda su vida hacia el Creador, nuestro padre. Ella todo el tiempo pura. Yo solo puro los primeros minutos después de una confesión. Es decir, las diferencias entre Maria y yo son abismales, sin embargo conservamos la misma naturaleza humana, y las mismas puertas de la gracia están abiertas para ambos—y ustedes—desde la fundación del mundo hasta hoy. Pero ella, cuando hablamos de naturaleza, es la belleza más natural por su honestidad consigo misma del cual fue dotada en él dia de su creación, sin embargo, en gracia sobreabunda su naturaleza creada, porque no solo posee una “tinaja” de gracia, sino que como enseña, el ángel rubio Gabriel: “Llena eres de Gracias”.Rebosante!

»Pero recibir la gracia no es el mayor mérito de Maria. -¡Ay, otra herejía!-. Calmaos. Que la biblia dice que: “Hay mayor gracia en dar que en recibir”. Pues el mayor mérito no es sólo recibir la gracia para la utilidad y gloria personal solamente, ni una experiencia “íntima” únicamente individual. Sino que,  la gracia es, en definitiva, para darla, sin reserva a la humanidad. Y “dando es como recibimos”. Es Dios creador, obrando a través de Maria, con el sí de Maria, para traer mayor gloria al mundo: Jesucristo, nuestro señor.

Ahora bien, la mayor gracia de María esta en dar más que recibir. Y dando es como ella recibe: llena eres de gracia... Enmanuel, el pobre y malvado, ni da ni recibe: vacío de gracia. Necesito hacer un ajuste en mi espiritualidad. Mi Señora de la asunción, ruega por nosotros.

Hasta el próximo articulos queridos hermanos. ¡Vistámonos de gloria!

Autor

  • Enmanuel Peralta

    Productor y actor. Dedicado a las artes dramáticas desde muy temprana edad. Algunas de sus obras teatrales han sido publicadas y dirigidas por él. También ha incursionado en el cine independiente.

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