Se ha dicho muchas veces que, la Rep. Dom., a través de Fernando Arturo Meriño, Emiliano Tejera, Joaquín Balaguer y otros, representó a un Juan Pablo Duarte pobre para hacer de su vida más heroica, para que se hable de las privaciones del patricio por su amor a la patria. Sin embargo, la prueba documental, si es fielmente analizada, demuestra que esta narrativa tuvo su origen realmente en la propia familia Duarte-Díez, quienes en más de una ocasión dejaron constancia de su situación económica. Entonces, ¿mintieron los Duarte? Generalmente se acusa a Fernando Arturo Meriño y a Emiliano Tejera de haber difundido esta narrativa, sin tomar en cuenta que, estos dos visitaron personalmente a la familia Duarte en Caracas, y lo que dieron a conocer, fue validado por la propia Rosa Duarte.
Entonces: ¿eran pobres los Duarte? La situación económica de esta familia varío con los años, pues, si bien es cierto que no vivieron en un estado de miseria ni pasaron hambre (tenían familiares que se ocupaban de ellos), no es menos cierto que tenían muchas limitaciones. Como "prueba" de que los Duartes vivían bien, se suele citar un libro de Cecilia Ayala Lafée, donde se dice que Rosa Duarte compró una casa en 2300 pesos en 1855, en un barrio acaudalado de Venezuela, pero lo que no te dicen es que esta casa fue hipotecada en 1864, por mil pesos, un precio muy por debajo del valor de la casa, pagando 15 pesos mensual. ¿Por qué alguien haría algo así si no es porque necesita dinero con mucha urgencia? Otra cosa que tampoco te dicen, quizás porque no lo saben, es que Rosa Duarte se dirigió en 1879 al ayuntamiento de Santo Domingo pidiendo auxilio económico, dice la carta: «no podemos […] dejar en silencio la pena que sufre nuestra dignidad, aún no hemos podido pagar los gastos de [Juan Pablo Duarte] su última enfermedad y entierro». Recibida la carta, el 17 de julio de 1884, el Congreso Nacional de la Rep. Dom. votó a favor de entregar a las hermanas Duarte una suma de dos mil pesos fuertes para adquirir con éstos una casa en nombre de la Nación, así como una pensión vitalicia de 45 pesos mensuales. Un año antes, el 14 de mayo de 1883, cuando se estaban haciendo las gestiones para trasladar los restos de Duarte a Santo Domingo, José Prudencio Diez, tío de Juan Pablo Duarte, se dirigió al Congreso Nacional hablando de la situación económica de las hermanas Duarte, cito: «Hoy se encuentran solas en tierra extranjera, sin abrigo y sin pan, rodeadas de las sombras de la miseria». Entonces, no podemos decir que la Rep. Dom. creó esta narrativa, sino que reprodujo una narrativa ya creada por la propia familia Duarte-Díez. ¿Nos mintieron ellos?
Yo creo que no, pienso que le pusieron sopita, es decir, exageraron un poco su situación económica, pero que, si bien no estaban en un estado de miseria, tampoco estaban acomodados, tenían muchas deudas y otras limitaciones económicas. Pues, cuando en 1884 Álvaro Logroño fue enviado a Caracas a buscar los restos de Duarte, sus hermanas, Rosa y Francisca le comunicaron las deudas pendientes: «al médico se le debían más de mil pesos y a la botica unos seiscientos pesos. Existían además otras pequeñas deudas». Logroño hizo de tripa corazón para pagar las cuentas, además de entregarle unos 200 pesos a las hermanas para su subsistencia. Hay constancia, además, de que los gastos del entierro de Duarte fueron sufragados por José Ayala, esposo de Matilde Duarte, sobrina nieta de Duarte. Ciertamente, estas limitaciones tampoco impidieron que Francisca Duarte dejara diez mil bolívares para repartir entre sus sobrinos, primos y otros familiares colaterales.
Libros consultados:
1. Angela Peña: «Así era Duarte», Santo Domingo, 1996, pág. 131-136.
2. Alcides García Lluberes: «Duarte y su época, Vol. II, Búho, 2013, pág. 237.
3. Luis Padilla D´Onis: «Galería de Dominicanos ilustres», 1992, pág. 196.
4. Francisco M. De las Heras y Borrero: «Los silencios de Juan Pablo Duarte», 2017, págs. 166-174.
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