Amados lectores:
- proemio
Generalmente se tiene el concepto de que el hombre por ser hombre ha de ser desordenado o desorganizado, y su vida, sus cosas y su habitación, por ende, deben estar convertidas en un insalvable desastre. Sin embargo, cuando he leído la mayoría de las biografías de grandes personalidades masculinas, hay algo que suele ser muy evidente pero poco destacado. Y es la capacidad para ordenarse a sí mismos, y sus cosas personales. En especial su habitación. Y por extensión su trabajo y toda su actividad. Si un hombre no es capaz de ordenarse a sí mismo difícilmente ordenaría el resto de su actividad. Y mucho peor cuando el hombre ejerce tareas complejas y variadas.
Pero no se preocupen, amados lectores, es algo que he aprendido recientemente. Yo también vivía sobre el tabú, de que el desorden es igual a una característica masculina. Sin embargo, no es así. Lo peor es que a veces, para los hombres, no es difícil organizar; pues somos capaces de organizar, más aún, al siguiente día todo vuelve a ser un desastre. Y sucede el “efecto rebote”. Entonces, uno se preguntaría si no habría una forma definitiva de organizar sin que rebote al día siguiente; que ese “orden” se conserva a lo largo del año; que no nos haga perder tiempo al levantarnos porque no encontramos la “corbata exacta” o un “documento”. Es horrible. Por eso, amados lectores, les dirijo este ensayo.
Solo abordaremos dos principios de organización personal importante para este escrito, sin caer en teorías melodramáticas de la organización. Estos principios son “desechar” y “categorizar”. Y esto de un solo tirón. Es decir, en un solo “evento titánico” según la señora Kondo.
Cuando uno se plantea serios propósitos y metas, requiere mucha energía vital, psíquica y física, más ahorro de tiempo y una ejecución con rendimiento de alta demanda.
Imaginense, amados lectores, este escrito me surgió, cuando en el pasado mes de enero nos parecía, a parte de mi equipo, no dar más a basto para colocarse en el lugar que habíamos planeado estar. Estrictamente por falta de organización, un fallo en el orden personal que muchos hombres pasamos por alto. El desorden suele desconectar el espíritu de las metas propuestas. La organización personal, es indispensable. Personalmente, yo sabía que tenía ese fallo, sin embargo, ignoraba por dónde empezar hasta que la providencia divina me hizo caer un libro en mis manos, La magia del orden de Marie Kondo. Donde encontré herramientas para ordenar mi casa, y algunas cosas de la vida. Al principio el libro me parecía muy femenino, pero en el fondo es muy universal y además, agregando algunos principios del libro Hazte tu cama por el Coronel William H. McRaven de la marina estadounidense (Navy SEAL). Esta combinación de libros de donde extraigo estas ideas, además de mi experiencia en la práctica después de haberlos leído, me permitió encontrar la perfecta masculinidad en el ámbito de la organización personal, en especial el espacio donde vivo.
La perfección en el orden individual es signo de gran masculinidad y estatus. Además, elimina el momento trágico y sofocante de no encontrar las cosas que uno necesita en el momento exacto. Porque es una pérdida de tiempo, para el hombre de alto valor y rendimiento, no ejecutar lo planeado. Perder el tiempo es igual a perder sangre. Frustrante.
Anote:
- ¿Por qué de un tirón?
Marie Kondo le llama un “evento titánico”. Y tiene razón al proponer la inmediatez absoluta en la que se debe planear este “evento”. Una de las cosas que impide al hombre ser organizado, es pensar que el orden de sus cosas personales no añade valor a su masculinidad o a su estado mental. Sin embargo, como ya hemos señalado arriba sobre la dificultad de ejecutar tareas, olvidar cosas o no encontrarlas en el momento preciso; lo cual, es una frustración para un hombre de alto valor e impide la ejecución de tareas importantes en el momento preciso.
Según Marie Kondo, la organización es “un suceso especial” que no es necesario hacerlo todos los días. Y recalca: “El trabajo de organización debe hacerse de una vez por todas en un solo momento”. La única organización diaria que necesitas es usar las cosas, y devolverlas a su lugar. Marie Kondo continua, al realizar esta tarea única e irrepetible, alcanzaras el estilo de vida que aspiras, y podrás gozar del espacio– permanente–limpio y recogido que deseas.
El alma se sentirá fresca, y podrás ejecutar las tareas con mayor energía y orden. Puedo decirlo con extrema seguridad, que poner las cosas en su sitio se vuelve un hábito inconsciente, y la mente encuentra más espacio para disfrutar de las cosas mismas que poseemos, y además, usarlas con efectividad.
Pero, amados lectores, deben elegir la fecha de ese acontecimiento único: organiza tu maldito espacio. Llevate de mi. Y verás cómo se convertirá, desde entonces, en un bendito espacio. Al fin y al cabo, el hombre de verdad lo que busca es la realización de cada uno de sus planes, y si el orden te ayudará a conseguirlo, no esta demás, usar todo lo que te haga más competitivo. Además te verás muy superior al hombre desorganizado. Tan solo leyéndome, efectivamente, has empezado a ser muy superior al resto de sabandijas. Así que a desechar y ordenar por categoría son los dos principios a seguir.
- Desechar
Es indispensable renunciar a muchas cosas que poseemos. El mismo Jesucristo, el Señor, dice que “la vida del hombre no consiste en la cantidad de bienes que posee”. Aplicando este principio cristiano, podemos asumir las ideas de Marie Kondo, bajo estos lentes. Kondo propone, que “desechar” es más de la mitad de todo el trabajo de organizar el espacio. Y aunque yo hago énfasis en la masculinidad, Marie Kondo no hace diferencia de género en su libro.
Todo lo que se necesita después de elegir el día del gran evento, es empezar por categorizar: ropa, libros, papeles, hierros, trastes, instrumentos, herramientas, etc. Luego elegir una categoría. Por ejemplo ropa, sacar toda la ropa.
[ Nota: Vamos a tomar la ropa como el ejemplo principal, pero es aplicable al taller de trabajo, oficina y demás espacio en el hogar. Tomando la ropa como referente se nos hará más rápido explicar, y más cómodo de aplicar en todas las otras áreas.]
Seguimos:
Sacar toda la ropa, significa, realmente toda. Y amontonarlas en el piso. Aunque te lleguen a las rodillas. Más seguro, a las damas les podría llegar hasta las cinturas. Ahora sentarte a examinar lo que vas a desechar. No hagamos filosofías baratas con esto, no hay que examinar mucho. Yo mismo usé unos mejores criterios que Marie Kondo para examinar qué desechar. Son los principios arquitectónicos del romano Vitruvio: lo bello, lo útil y lo de buen material. Todo lo otro lo he desechado sin pena ni gloria.
Marie Kondo propone lo que te hace feliz o lo que te da nostalgia, y para un hombre masculino estas palabras para desechar no funcionan. Prácticamente yo usaba preguntarme lo siguiente: ¿ esta camisa es bella? no. Para afuera. ¿Es útil? no. Para afuera, es inutil. ¿Es de buena calidad o material, o está en buen estado? no. Entonces pa’ fuera.
Si no es una camisa bella, ni útil, ni de buen material y ni esta en buen estado. Debe de ir a la basura. Sin sentimientos. Si el atuendo cumple con uno o dos requisitos, por ejemplo, es útil, pero no es bella. No la considere. Deshazte. El hombre hombre ha de andar enteramente satisfecho de lo que poco o mucho que posee. Al momento de desechar, no se admite consideración alguna cuando a un objeto le falta una de estos tres principios de Vitruvio. No conserve nada por nostalgia ni por recuerdos absurdos. A no ser que prepare un espacio específicamente para cosas con valores para recordar. Un museo personal. Si es que aún no eres capaz de desprenderse del todo. Llevense de mi. Lo mejor es andar liviano; del espíritu, me refiero. Incluso, si deseas, deséchalo todo. Y vuelve a empezar. La liviandad, es una experiencia mística.
- Ordenar por categoría.
Una vez desechado todo tipo de ropas, papeles, cartas, revistas, libros, objetos, que ni son bellos, ni útiles ni de buen material o buen estado has dado un gran paso como hombre en la plenitud de tu masculinidad. Incluso si algunas mujeres lectoras, sepan que alcanzaran un mayor grado de su feminidad. No lo digo yo, lo dice la ciencia. Ahora a organizar y a guardar tus cosas.
Volveremos al ejemplo de la ropa en este caso. Ahora, sobre el montón de ropa toca dividir por categoría: zapatos, calcetines, corbatas, gorras, pantalones, etc. Si quieres emplear, hay subcategorías: ropas para trabajar, gimnasio,o para la iglesia los domingos, o para cualquier evento especial. Lo mejor, aunque puedas “delegar” a la novia, o la esposa, a tu hermana o a tu mamá, el hombre de alto rendimiento es preferible que organice él mismo sus cosas. Pues él sabe más que nadie, lo que necesita en cada momento. Y así sabrá dónde encontrarlo en el momento exacto.
A cada categoría y subcategoría, búscale un lugar, en el armario estas, las otras en percha, etc. La organización es fácil, una vez hayas desechado, aunque aún queda otro reto, aprender a doblar las ropas, por ejemplo. Pero como le he dicho, esto aplica a todo en el hogar o el espacio de trabajo.
Una vez organizado todo de un tirón, o único evento titánico. Solo te quedará una sola cosa por hacer todos los días, como dice el coronel de la marina estadounidense, William H. McRaven:
“Si quieres cambiar el mundo, EMPIEZA POR HACER TU CAMA”.
Que el Todopoderoso, les de sabiduría y les guíe a todos a organizarse.
Enmanuel Peralta, el perro.
—
Libros recomendados:
- Make your Bed/Hazte tu cama del coronel William H. McRaven
- La Magia del Orden de Marie Kondo
Deja una respuesta