Queridos lectores:

 Después de varios días, hoy nos reunimos en esta asamblea, no como sabios ni eruditos, sino como buscadores de una verdad que el hombre ha perdido, su totalidad antropológica y su expresión superlativa del ser personal. El hombre total se ha perdido en la fragmentación de sí mismo, quebrando su expresión total en escarabajos emocionales que niegan su esencia.

 La fuerza vital de la existencia se encuentra diseminada mentalmente, entre los analistas  e investigadores, que desde las academias  publican en revistas “especializadas”, en los   periódicos y  ciertos sitios web donde divulgan  de vez en vez. Aunque ningún análisis  académico es fructífero actualmente. Solo cumple la función de entretener la mente en su más fecundo alcance. Muy poco ayuda al hombre de hoy. Droga en los estudiantes para que no carguen con su pesada existencia, pensando que, al insuflar esos “artículos” superaran su propia miseria. Fracaso. Negándose a sí mismo la posibilidad, aun, con el conocimiento en las manos, de aterrizar en su propia vida, lo que los grandes hombres han acumulado. Imaginate desperdiciar tanta sabiduría solo para charlas en jaulas académicas. Y que sus propias esferas vitales operatorias permanezcan igual. Sin superar la miseria humana, ni poder ejercer ningún poder en el reino de la fauna y de la flora.

  Nuestra misión no es criticar malévolamente las facultades ni las academias, sino purificarlas y liberar a los docentes del sin sentido de un ciclo del aprendizaje-enseñanza, e insertar una filosofía vital, que supere los intrincados esquemas   con claridad  frente los obstáculos  hacia una existencia plena como ser antropológico y personal, sin evasiones existenciales, sino que, no tenga miedo a la reafirmación del Yo superlativo como hombre  individual y no como un simple profesor, frente al mundo y la realidad. Este nuevo hombre, filósofo de la acción concreta, llegará con el fin de doblegar la realidad  misma con el conocimiento en las manos y en los pies, poder sojuzgar y someter todo lo que le rodea por la fuerza de su capacidad para mayor bien de sí mismo y los suyos, proporcionando luz a los hombres.  Queridos lectores, veamos:

 Algunos argumentaban en contra mía, hace muy poco que, analizar al übermensch(superhombre) de Nietzsche era innecesario para un católico como yo, ya que, Dostoievski—mi favorito—había “refutado” cualquier idea de hombre superior con el fracaso su personaje Rodion Romanovich Raskolnikov en su novela Crimen y Castigo. Yo le decía que el Superhombre de Nietzsche no había sido agotado, ni erradicado, ni refutado por Dostoievski. No, no, no… Error vital en la comprensión de Crimen y Castigo de Dostoievski. Pues aunque muchos lo llamen psicólogo y existencialista, Dostoievski ante todo es un místico,  un profeta y un terapeuta ortodoxo, un taumaturgo de almas. Dostoievski, creo personalmente,  descubrió las “debilidades” del Superhombre, por lo cual para ser, o llegar a ser un Superhombre habría que tomar en cuenta, el elemento de la redención, fracase o triunfe el susodicho. Ya que el superhombre de Nietzsche es impasible, pero Dostoievski,  lo coloca, extremadamente, asentado en la realidad, y en no cualquier realidad, en la más polvorienta y oscuridad de las realidades, dentro del “crimen y castigo”. No se puede ser un Superhombre sobrepasando la huella impresa de los actos profundamente inhumanos, no sola la culpabilidad de la psique, la ontológica, más aún, la que deriva de las acciones inmediatas como proyección de la visión del propio Yo frente a un hecho factual provocado por las acciones personales.  

  Mientras que, quiero decir,  Nietzsche lo coloca a su superhombre en la más alta perfección de la que la estética es capaz, sublime frente a la realidad, heroico y helénico; Dostoievski, en su más excelsa  realidad, un superhombre que tendrá que redimirse a sí mismo, de sí mismo, frente a sí mismo y se llama Raskolnikov, es decir, un ruso. Según el superhombre Nietzscheano, podemos llegar a ser todos con tal de que nos liberemos de la moral común(el rebaño) por el poder de la voluntad. Mientras que, el ruso,  nos coloca al superhombre exactamente, desde donde todos partimos, la realidad imperante de las dicotomías caóticas del ser humano. Superar el propio caos es la base del superhombre cotidiano ruso. Mientras que el superhombre alemán, necesita de todas las condiciones ya prefabricadas de antemano para autorrealizarse. El superhombre de Nietzsche emana de realidades ya superadas estéticamente, saltando del “rebaño" a “Superhombre”. Es bastante fácil sobresalir entre esclavos y ovejas. Dostoievski, no lo deja tan estético. El Raskolnikov del escritor ruso, estuvo  tocando fondo después de soñar con ser Napoleon.

 ¿Para qué nos sirve esto en la meta de alcanzar la filosofía del Hombre Total, o, todavía estamos en las discusiones del salón de clases? No mis distinguidos lectores. Estamos en la realidad. Marcos Aurelio escribió sus Meditaciones en medio de campañas de guerras. Yo escribo las mías, también, desde las trincheras. De eso se trata de una filosofía creada en el campo de batalla, no en los salones de clases. No interpretando simplemente ideas de otros, sino proyectándose objetivamente en la realidad, no para su uso retórico, sino para alcanzar el más alto estado del ser. El  hombre total. Seguimos:

 Los “seguidores” de Nietzsche que pretendían difundir el odio y el desprecio  de la fe cristiana, y en el siglo pasado y al principio de este han buscado todos los defectos históricos de las iglesias en occidente con el fin de proyectar o divulgar sus “devaneos”, tomando personajes o episodios “oscuros” como fundamento. Sin embargo, se olvidan, que Nietzsche en “Así habló Zaratustra” se encarga de alabar como superhombre de la cristiandad nada más y nada menos que a César Borgia, quien para él,   sería un verdadero príncipe. Lo cual, personalmente, me gusta esta comparación, y no resulta una incoherencia del alemán, sino de los lectores de pacotillas de Nietzsche. Yo entendí a Nietzsche. Por ello,  la historia de Cesar Borgia resulta fantástica para entender al Superhombre.  Pero para Dostoievski, que escribió la parábola de un príncipe raro y extremadamente humilde, en las antipodes del Superhombre, en su novela “El Idiota”. Nietzsche y Nietzscheanos al leer esta parábola de 700 páginas maestras quedarían defraudados sobre el pensamiento de Dostoievski sobre la voluntad de poder. Desconcierta que ni Raskolnikov logró su cometido de Superhombre napoleonico, ni el príncipe Mishkin, el idiota, logro tomar posesion de lo que le pertenecia. Es más, el príncipe Mishkin, ni siquiera se lo planteaba. Desconocía que Nietzsche no se cansaba de alabar al escritor ruso, como “el conocedor más profundo del alma humana”. A pesar de Raskolnikov y el príncipe idiota.

  Las dos visiones de Superhombre parecen opuestas, pero se diferencian, en que el Superhombre Nietzscheano parte de  los mitos estéticos antropológicos, y Dostoievski de  la realidad humana más sublime, su naturaleza pecaminosa, sus límites, sus contradicciones… En fin, el superhombre de Nietzsche es angélico, bello, fuerte y mitológico. Si no bajas a la realidad, ojo, podrías ser que termines como Raskolnikov en el proceso de liberación: en el autosabotaje antropológico. Es importante para los escritos de Dostoievski saber que la verdadera voluntad de poder comienza con la superación de sí mismo. No es salirse del rebaño exterior, sino de la manada de lobos que cohabitan en el alma humana como paso primordial.

 ¿Entonces que,  Nietzsche se refractaria al releer las obras de Dostoievski y los fracasos de sus personajes? No, al contrario. Cada vez que lo leía, existía en el alemán una necesidad más profunda de adelantar al Superhombre, en verdad, el adelanto de Nietzsche consiste, en hacer del superhombre un ser cada vez más mitológico, porque el filósofo alemán, se resistía profundamente a la aceptación de la realidad imperante. Pues en este mismo tenor. Mientras más profunda es la crisis de hoy en el alma humana, más interesante es analizar, pensar, investigar, proyectar, trabajar en realizar en nosotros, un superhombre purificado del nietzscheanismo, y removerlo por un Hombre Total, que integra, como explicaba Carl Jung, las luces y sombras de un proceso de individuación,  más realista, que intentamos alcanzar en las realidades de hoy, por medio de una redención dostoievskiana. Es decir, sin ignorar la cruz de cada día.   

 Podríamos decir, antes de anhelar el superhombre, se ha de redimir al hombre Mediocre del que hablaba el argentino José Ingenieros. Al pretencioso, aniquilando al profesor y exaltando al guerrero, que como Marcos Aurelio, reflexiona para sí, mientras anda en campaña de guerras. ¿Entonces qué hacemos con Nietzsche y su Superhombre? Debemos erradicarlo, poco a poco, pero después de comprenderlo bien. Ya que hoy necesitamos un hombre total, humano, no mitológico ni estético. Que no se encuentra saliendo apoteósicamente de los curriculum universitarios, ni de los partidos políticos, ni de la identidad pseudo-religiosa de los groupies.

  Realmente el Hombre Total saldría de una revalorización de César Borgia en tiempo real. Que decía su lema: Cesar o nada. La imposición del Yo superlativo sin excusarse sobre el devenir de la realidad entre voluntades interferidas. Emanando luz y filosofía en sus acciones, sin disculpa alguna y sin escudriñar en ser víctima de su tiempo. Claro, ese Yo superlativo, no se alcanza sin temeridad, a no ser que sea posible una redención del alma.

 ¿Qué hacer? Desplayar el Yo Superlativo, sin miedo, con todas las fuerzas sobre nuestros objetivos. Vivir y dominar el área, campo, o vocación a la que nuestra propia supervivencia material y existencial nos ha convocado. ¿Habrá consecuencias dostoievskianas? Pues claro, sin ellas no habría necesidad de redención, sin necesidad de retención, ¿para qué ser un Superhombre te diría Nietszche? Pero ojo con Raskolnikov, hay leyes de la naturaleza que al romperla, retrasa la aparición del Hombre total. La retrasa, no lo evita, el hombre esta destinada a la grandeza, y a romper cadenas desde lo cotidiano hasta lo más excelso. El Yo superlativo ha de desplazarse tanto en lo cotidiano, como en las grandes batallas. Tanto en el caminito de S.Teresita del niño Jesús o en la gloria de San Alfredo el grande.

 Después de estos dos artículos propedéuticos entraremos en lo más práctico, del desplazamiento del Yo superlativo. Vamos a meditar sobre el comienzo del hombre total, el próximo artículo “El Hombre total III: el desplazamiento del Yo superlativo”.

Autor

  • Enmanuel Peralta

    Productor y actor. Dedicado a las artes dramáticas desde muy temprana edad. Algunas de sus obras teatrales han sido publicadas y dirigidas por él. También ha incursionado en el cine independiente.

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