No, la Biblia no dice que la tierra es esférica o redonda. El texto hartamente citado de (Isaías 40:22) que dice: “Él —dice refiriéndose a Dios— está sentado sobre el orbe de la tierra”, es un error de traducción o una mala traducción adrede. La palabra que emplea la Biblia hebrea y que es mal traducida como “esfera o globo” es Jug (חוג), que significa: “círculo”, “disco”, y “circunferencia”, no “globo” o “esfera”. Puede incluso traducirse como “bóveda”, que es una media esfera que sirve como cubierta de una superficie circular y plana. En cualquier caso, definitivamente, no significa “globo” o “esfera”. Veamos los usos que se le da a la palabra Jug en los distintos contextos de la Biblia Hebrea:
(Job 26:10) “Ha trazado un círculo (חג) sobre la superficie de las aguas, en el límite de la luz y las tinieblas.”
(Proverbios 8: 27): “Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba el círculo (חוג) sobre la faz del abismo.”
(Job 22:14): “Las nubes le ocultan, y no ve; y por la bóveda (חג) del cielo se pasea.”
Es común ver a la gente citar ediciones de la Reina Valera que dicen el “globo de la tierra” o incluso “redondez de la tierra”. En realidad, lo que dice el texto es: “Dios está sentado sobre la bóveda o el circulo de la tierra”. La concepción israelita sobre la forma de la tierra era acadia-babilónica, es decir, mesopotámica, en la antigua mitología de Mesopotamia, el mundo era visto como un disco flotando en el océano y rodeado por un cielo esférico. Una tierra plana cubierta por varias bóvedas que descansaban sobre pilares. Por encima de esas bóvedas había compuertas que contenían las aguas primordiales y cuando se abrían, llovía.
Para los antiguos hebreos o israelitas, la tierra era como un disco, encerrada en una especie de media esfera o bóveda, pero pensaban que la tierra era plana, aunque circular, rodeada por aguas o mares, es decir, la tierra era una especie de gigantesca plataforma irregular, que estaría sostenida por columnas, y rodeada de aguas por todas partes, incluso desde abajo, pues brotan fuentes y manantiales, nacen ríos y hay lagos. La experiencia de la lluvia, la nieve y el granizo, condujo a los israelitas a pensar que, encima de la bóveda del firmamento habría estanques de agua que Dios controlaba, junto a los astros o luminarias que se encuentraban debajo de esa bóveda o techo, es decir, el sol, la luna y las estrellas. Debajo de la tierra se encontrarían los abismos o profundidades (el “sheol” o “hades”), que también es el lugar de residencia de los muertos.
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