Por Jonathan De Oleo Ramos
El 19 de mayo se conmemora el del día de la Dignificación de la Abuela Comadrona, Día Nacional de las Comadronas, Parteras y Matronas.
El Día Internacional declarado por la ONU, es el 5 de mayo, pero se celebra en diferentes países de Latinoamérica y el Caribe.
Un día que ha trascendido, ya que muchos gobiernos lo han oficializados, constitucionalizado e instituido en su agenda nacional, como una muestra de reconocimiento a la altruista labor de estas maravillosas mujeres, que se hacen presentes desde el inicio de la vida.
En República Dominicana como siempre, no se pone en valor los elementos y las prácticas identitarias. Algún día tendremos que cambiar, pero no una práctica de demagogia política, es una práctica de desaprender y reaprender, son mochos años de atrasos y negación que tenemos en las costillas.
Aunque en República Dominicana, no exista tal celebración, como en otros países y esta práctica no esté en uso, nos unimos juntos a ellas, las que ya no están y las que aún quedan, saludando, honrando y dignificando este y todos los días a todas las Comadronas de los pueblos del mundo.
De una manera especial felicitar al Movimiento Nacional de Abuelas Comadronas Nim Alaxik, que agrupa miles de Comadronas de Centroamérica y Suramérica, institución que conocemos y con la que hemos estado vinculado desde los trabajos de investigación.
Origen de las Comadronas
La RAE establece que el término «comadrona» proviene del latín commater, compuesto por cum, que significa conjuntamente, y mater, que significa madre.
Las comadronas han ayudado a las mujeres a dar a luz desde el principio de la historia. Se encuentran referencias de comadronas en escritos hindúes, en manuscritos de Grecia, en Roma y hasta en la misma Biblia.
De manera particular en República Dominicana muchos ciudadanos y ciudadanas han nacidos en zona rural, siendo asistidos y sus madres acompañadas en su embarazo por comadronas. En la actualidad los adultos aún recuerdan los nombres de las Comadronas de sus pueblos o sectores y valoran su dedicación, de esto tratamos de manera muy amplia en este trabajo que hemos preparado para visibilizar y poner en valor a estas grandiosas mujeres con manejo de la hermenéutica médica ancestral folklorica, o folkmedicina como se conoce en antropología.
Las Comadronas y su rechazo por la iglesia
"Entre las mujeres a las que la Iglesia consideraba «brujas» estaban las que tenían altos estudios, las sacerdotisas, las gitanas, las místicas, las amantes de la naturaleza, las que recogían hierbas medicinales, y «cualquier mujer sospechosamente interesada por el mundo natural».
A las comadronas también las mataban por su práctica herética de aplicar conocimientos médicos para aliviar los dolores del parto un sufrimiento que, para la Iglesia, era el justo castigo divino por haber comido Eva del fruto del árbol de la ciencia, originando así el pecado original.
De acuerdo a datos documentados, se conoce que, durante trescientos años de caza de brujas, la iglesia quemó en la hoguera nada menos que a cinco millones de mujeres.
Las comadronas han sido y son parte del sistema de salud ancestral de los pueblos indígenas en la actualidad, que están diseminados en los diferentes países. Sólo ellas atienden y acompañan 62 de cada 100 partos en Guatemala. Esto son casi 125 mil partos al año". Datos establecidos por la estadística del sistema de salud de Guatemala.
Derechos reconocidos y constitucionalizado
La Corte de Constitucionalidad reconoció en el año 2019 el derecho a la salud sexual y reproductiva con pertinencia cultural de las mujeres mayas, xinkas, garífunas y ladinas, especialmente durante la maternidad y los derechos de las comadronas como mediadoras entre el sistema de salud ancestral y el sistema estatal de salud. En consecuencia, ordenó al Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social de Guatemala su apoyo, capacitación, organización y carnetización.
El trabajo de las parteras va más allá del alumbramiento. Las comadronas, como también se les conoce, están a cargo de la salud de toda la comunidad, a la que atienden gracias a sus conocimientos.
La partería no se estudia en libros, ni universidades, quienes se dedican a la práctica van aprendiendo desde niñas, mirando y acompañando a las parteras mayores que muchas veces son sus propias madres o abuelas. (Alonzo, Pilar 2008)
Es un trabajo que se adquiere y se hereda entre generaciones de mujeres en diferentes familias, este fenómeno ocurre en muchos pueblos rurales e indígenas de Centro y Suramérica.
Ser partera es un honor que se transmite de generación en generación. Cuando se habla de ellas, no solo se les llama “comadronas”, o “mujeres que ayudan a parir”, sino también “dadoras de vida”, “madres de todos” y “abuelas de todos”.
Entre la familia y la partera se genera un vínculo que puede durar toda la vida.
Las Comadronas son Patrimonio Cultural Inmaterial en Colombia.
Desde octubre de 2016, los saberes de la partería tradicional del Pacífico colombiano son Patrimonio Cultural Inmaterial de la nación.
El caso colombiano
Las parteras y sobadoras ocupan un lugar preponderante en las comunidades del interior del estado, no obstante, la “modernidad” en las prácticas médicas. Mayormente, son visitadas por las mujeres para monitorear que todo esté en natural orden durante la gestación y sus cuidados se extienden hasta después del parto. (Alonzo, Pilar 208)
Hoy hablaremos del Cirro en particular y su acomodo por parte de las “comadronas”.
Experiencia de una sobadora del pacifico colombiano.
El orden interno remite no sólo al posicionamiento correcto de los órganos, sino también a su alineación con el cirro o tip’te’, “órgano” ubicado debajo del ombligo y cuya vitalidad se percibe al hundir los dedos en el ombligo para saber “si brinca”.
Cuando el cirro se mueve, la persona se enferma. Normalmente el malestar inicia con acidez de estómago y continúa con ardor en la garganta, acompañado por una sensación de estómago cerrado que impide a los alimentos seguir su recorrido. Después se presenta diarrea, vómitos y acumulación de gases intestinales.
Las parteras sostienen que para reposicionar el cirro se requieren tres sobadas: una cada ocho días. Se inicia con la ubicación del cirro hundiendo el dedo índice en el ombligo de la persona para sentir si está “brincando” en su lugar. Si no es así, la partera palpa el vientre para encontrarlo; luego lo “arrastra” hacia el centro y lo “fija” con el pulgar presionando con fuerza sobre el ombligo. Se gira hacia la derecha nueve veces. A partir de ese momento la persona deberá sentirse mejor.
De acuerdo a un estudio de la UNFPA del año 2021, se estima que las matronas pueden salvar unos 4,3 millones de vidas al año de aquí a 2035.
La UNFPA en su estudio llamado: "El Estado de las Parteras en el Mundo 2021″. Dedicado a las parteras, matronas y comadronas que han perdido la vida como consecuencia de la Covid-19. De este estudio hemos tomado diferentes datos e informaciones que entendemos importantes y las compartimos en este análisis.
¿Por qué las matronas?
Las matronas pueden cubrir cerca del 90% de la necesidad de intervenciones esenciales de salud sexual, reproductiva, materna, neonatal y adolescente.
En el mundo falta por formar una tercera parte de las matronas que se necesitan, plantea el estudio en cuestión.
El efecto de las matronas
Las matronas fortalecen la salud y el bienestar de las mujeres, las adolescentes y los recién nacidos, y llevan una atención segura y eficaz al alcance de más personas.
La escasez de matronas a escala mundial
En todo el mundo, existe una escasez de 1,1 millones de proveedores de servicios de salud sexual, reproductiva, materna, neonatal y adolescente, de los cuales 900.000 son matronas.
Esta escasez es más acentuada en los países de bajos ingresos y en el continente africano, donde la cifra podría situarse en una carencia de 750.000 matronas de aquí a 2030.
Las Comadronas en República Dominicana
Primera Comadrona formada y autorizada en República Dominicana
Margaret Inglis Haddow. Nacida en Glasgow, Escocia, en 1867. Llegó al país en 1888, radicándose en Sánchez Samaná, como institutriz de la familia McLelland.
El 21 de mayo de 1897, se casó con el reverendo William Emerson Mears, quien era pastor de la Iglesia Metodista Wesleyana.
Tras el nacimiento de su hijo unigénito, madame Mears viajó a su Escocia nativa con la finalidad de realizar estudios en obstetricia y enfermería, y tan pronto finaliza estos, retorna al país, convirtiéndose en la primera enfermera graduada que tuvo el país.
En investigaciones realizadas en el Archivos General de la Nación, buscando información sobre el tema, aparece una copia del documento donde se da autorización a ejercer su profesión de comadrona en todo el territorio de la República, mediante Decreto No. 4179, de fecha 2 de julio de 1901, por el Presidente Juan Isidro Jiménez.
Un dato interesante compartir, es que Madame Mears fundó la primera Cruz Roja Dominicana.
En 1909, junto a un grupo de damas puertoplateñas Madame Mears formó la sociedad de Caridad para Mujeres Pobres Enfermas y creó el primer hospital de maternidad que existió en el país, el cual fue a la vez una escuela de enfermería y Obstetricia. Mears, falleció el 29 de marzo de 1955.
Papel y trascendencia de las Comadronas
Las parteras y comadronas han jugado un papel primordial en nuestro país, por eso en los años 70, ante la poca cantidad de médicos que había en el país, el Dr. Vinicio Calventi, propuso la formación de comadronas, para ofrecer atención obstétrica en las zonas más lejanas de nuestro territorio. Cientos de mujeres participaron en este programa en diferentes pueblos del país, algunas sobreviven y cuentan su experiencia que conoceremos más adelante.
Desde la fundación de la República Dominicana, una de nuestras carencias, ha sido de personal de salud.
Pocos médicos había en el país a inicios del Siglo XX. De hecho se reportaba que hacia 1917 había sólo 95 médicos en todo en República Dominicana entre dominicanos y extranjeros.
El estado regula a las Comadronas
Las diferentes leyes de salud, regulaban el ejercicio de las parteras y las comadronas, pero fue la Ley General de Estudios del 1902, que estableció en nuestro país los estudios de obstetricia para obtener el título de partera en el Instituto Profesional.
El primer profesor de esta escuela fue en Santo Domingo el Dr. Ramón Báez, y en Santiago en 1909, el Dr. Buenaventura Báez, inició la formación de parteras.
Tras tres años de estudios, se obtenía el grado de Partera de primera clase. El ejercicio de las comadronas estaba limitado al parto sin complicaciones, ya que, según la Ley del Juro Médico del 1906, no podían realizar versiones, ni utilizar instrumentos.
Ante cualquier duda, debían referir al caso a un médico. De todos modos, existían en todo el país, comadronas autorizadas, a veces por los ayuntamientos, o por otra instancia gubernamental, que ejercían y asistían a todos los partos, no importando su complejidad.
En el 1900 se graduó del Instituto Profesional, la Sra. Eloísa Espejo de Linares, esposa de un médico venezolano, y que se convirtió en la primera mujer en graduarse del Instituto Profesional.
La Sra. Linares ejerció en San Francisco de Macorís. Doña Rosalía Jesorum, en 1902 fue la segunda mujer graduada del Instituto Profesional y ejerció en San Pedro de Macorís.
La mayoría de estas parteras ejercían en el interior del país, en donde los servicios de salud eran aún más precarios que en Santo Domingo.
En La Vega se formó y ejerció la Sra. Manuela Marte, quien nació en el 1841, y hacia el 1890 trabajaba como cocinera en la casa del Dr. Felipe Blondi, quien le enseñó las bases de la obstetricia. Luego trabajó junto al Dr. Manuel Morillo, gracias a quien fue autorizada para ejercer la profesión de comadrona en el 1920.
Las comadronas recibieron a la mayoría de los niños que nacieron en los años 40, 50, 60, 70 y 80 en el país, cuando todavía aquí no había especialidades médicas en el área de atención a la mujer, de manera particular en los pueblos del interior.
Los primeros pediatras y ginecobstetras se graduaron en el extranjero, en 1960, indica José Deláncer Despradel, director materno infantil del Ministerio de Salud Pública.
“En 1970 se crearon las primeras residencias de esas especialidades en el país”, dijo.
Dra. Andrea Evangelina Rodríguez
Primera mujer en graduarse de doctora en medicina en la República Dominicana.
Nació en la ciudad de Higüey el día 10 de noviembre del año 1879. Era hija natural de Ramón Rodríguez y de Felipa Perozo.
A los pocos años de nacida la llevaron a vivir a San Pedro de Macorís, donde inició sus estudios primarios, convirtiéndose en una estudiante brillante.
Años más tarde, ingresó a un instituto de señoritas, graduándose de Maestra
Normal con las calificaciones más altas de todo el curso, en 1902.
Para entonces, la profesión de médico era para hombres, a la mujer se le cedía el espacio para ser enfermeras y comadronas, pero no para ser Doctora en Medicina.
El día 19 de octubre de 1903 se inscribió la primera mujer dominicana en la Escuela de Medicina de la Universidad de Santo Domingo. Se graduó el 29 de diciembre de 1911, presentando su tesis sobre: “Niños con excitación cerebral”, la cual ganó con notas sobresalientes.
Andrea Evangelina Rodríguez obtuvo su título ocho años más tarde, el 21 de abril de 1919.
Se trasladó a San Francisco de Macorís donde ejerció la profesión, y con el dinero que ganó se marchó a París en el 1920. Allí hizo la especialidad de ginecología y obstetricia y, además, la especialidad en pediatría.
Regresó de París a San Pedro en 1925 con diplomas de la Maternité Baudelocque y
de la Clínica de Ginecología Brocá, donde trabajó con el eminente médico francés
Jean Louís Faure.
Abrió su consultorio en una barriada, y a la semana de llegar instituyó lo que ella llamó “La gota de Leche”, por medio de lo cual suministraba a las madres una cantidad de leche para sus bebés.
Organizó un servicio de obstetricia para exámenes pre y post-natales, y dio cursos de nivelación a las comadronas.
Educó sobre planificación familiar, ideas muy avanzadas para aquellos tiempos, recomendó la educación sexual en las escuelas y organizó el servicio de prevención de enfermedades venéreas.
A todo esto, se le suma su oposición al régimen trujillista, al cual criticó abiertamente. Andrea Evangelina Rodríguez, la mujer que vivió medio siglo adelantada a su época, murió en San Pedro de Macorís una tarde cualquiera, olvidada por todos.
Respeto y cariño a las Comadronas
De acuerdo a la cultura oral, en los pueblos las familias establecen que, el niño o niña que nace con una comadrona es educado con la concepción de que debe prodigarle el mismo respeto y amor que dispensa a una madre.
Seguimiento y apoyo antes, en el parto y luego del mismo.
La partera se encarga de dar seguimiento a la madre y al bebé después del parto. Durante los 41 días que ellas determinan deben estar “de riesgo”, cuidan de que la madre no “coja sereno” ni se lave la cabeza, beba mucho chocolate de agua y caldos para lactar con calidad.
Otras le apoyan en los procesos ensalmos, protección contra las brujas, protección del hogar, confección de amuletos, prácticas para sacar hipos, ritos de hechas de aguas y bautismo. Es un vínculo generado para toda la vida, de la Comadrona y la familia que apoya.
Testimonios
Felicia García, Comadrona
“Yo uso aceite dulce (de maíz) para darle masaje al vientre. Voy chequeando como avanza el niño y le voy diciendo a la madre qué es lo que tiene que hacer para que el bebé salga. Le digo que esté tranquila y cuando debe pujar”.
Nery Delgado, Comadrona
“No cobro ni un centavo por ayudar a una mujer a parir. Dios nos ha dado ese don para que ayudemos sin interés. Es una alegría para mí cuando tomo en mis manos un niño. Esa es la satisfacción más grande”.
Abraham De León, Nació con partera
“Aquí todo el mundo quiere a Mamá Posita. Míreme la edad y todavía le beso la mano. Le vengo a dar su vuelta, porque eso me enseñaron desde chiquito. Yo la veo como mi mamá. Ella es mi mamá de ombligo”.
La última Comadrona de Boca Chica
El 19 de junio del 2018, el destacado periodista y presidente del SNTP, oriundo de Boca Chica, José Beato, publicó en el periódico El Caribe un artículo, titulado: "Muere a los 107 años la última comadrona de Boca Chica".
Por la importancia que tiene la publicación, para lo que nos concierne y la puesta en valor del trabajo de las comadronas que nos interesa resaltar, compartimos el artículo.
Falleció la tarde de este martes la señora Benigna Roa Terrero a la edad de 107 años, quien por más de 50 años se desempeñó como partera de la comunidad de Boca Chica y los campos cañeros del otrora ingenio azucarero. Era la mujer más longeva de este municipio.
La señora Benigna Roa Terrero nació el 13 de febrero del año 1911, en San Juan de la Maguana, de donde emigró a la comunidad de Boca Chica en 1926, a acompañar al músico Julián Morillo en ocasión de la fiesta de apertura del llamado “Casino de Boca Chica”, que fue inaugurado por el presidente de la época Horacio Vásquez y doña Trina de Moya.
La centenaria dama contaba con frecuencia que habría llegado a Boca Chica a pies procedente de San Juan de la Maguana, y que esta travesía le había tomado 16 días.
Ya en Boca Chica, aprendió el oficio de partera o comadrona por la necesidad que existía en estas comunidades en donde ni siquiera la energía eléctrica había llegado, y en su sano juicio le conto a este reportero hace unos años, que se hizo partera con una chiva que no podía parir y se decidió a ayudarla.
De esa forma Benigna pensó que así serian con las mujeres muchas que habían perdido la vida por no llegar a tiempo a un hospital en la capital o San Pedro de Macorís, oficio al que le dedico más de 50 años hasta que en 1986 el gobierno de Jorge Blanco entregara a la comunidad un hospital Materno Infantil.
Entre los años de 1930 hasta principio de los 80, tres comadronas y un partero eran las principales figuras que asistían a las mujeres de Boca Chica, sus bateyes y los habitantes de las zonas cañeras en labores de partos, Ramón Eusebio Mejía (Ramón Grande), Jovita Soriano, Justina Beato Y Benigna Roa se convirtieron en leyendas como curanderas hasta 1986.
Para finalizar este escrito que se propone poner en valor la destacada labor de estas mujeres en la delicada tarea que asumieron como sacerdocio en sus vida, es importante reconocer que miles y miles de dominicanos y dominicanas en estos tiempos son fruto del apoyo y seguimiento en el parto de las atenciones de diferentes comadrones de todo el país y lo manifiestan con alegría, orgullo ser resultados del acompañamiento de estás heroínas dominicas que han ido perdiendo vigencia en su trabajo, fruto de la modernidad, los avances de la ciencia, la medicina, el aumento de profesionales de la salud, la construcción de hospitales y maternidades y lo más importante la transformación de la cultura por la necesidad del individuo o colectivo, proceso normal en una sociedad.
Dicen en Guatemala: "Las Comadronas nacen siendo guardianas de la vida, no se hacen".
Bibliografía:
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6.https://www.google.com/amp/s/acento.com.do/opinion/parteras-y-comadronas-8348394.html.
7.https://elnacional.com.do/desaparece-el-oficio-de-comadrona-trajo-miles-dominicanos/.
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11.Baxter Pérez, E. La Formación de Valores: Una Tarea Pedagógica. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, 1989.
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13.Delgado García G. Cuaderno de Historia de Salud Pública. 75. Ciudad de la Habana: Ciencias Médicas, 1990: (209-212).
14.https://www.elcaribe.com.do/sin-categoria/parteras-comadronas/.
15. Ocho imágenes de apoyo para ilustrar la información ofrecida. Fuente Externa.
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